Archivo Septiembre, 2010
Consideraciones Teóricas. Monomito. La Llamada a la Aventura (I)
23/Sep/2010
Si algo tienen en común las historias es que, por lo menos, habrá un personaje. Y que ese personaje tendrá, por lo menos, un problema. Un dilema, una duda, un obstáculo… Un conflicto.
¿Y si al personaje le toca la lotería? Es igual: más pronto que tarde el premio traerá problemas, porque sin un personaje con un problema no tenemos historia que contar.
¿Qué problema? Cualquier cosa que desequilibre la vida del personaje en su Mundo Cotidiano. Puede ser un marrón mundial y un meteorito destruirá el planeta en un par de días, o puede ser aparentemente chiquitín: en El momento de la sensación verdadera, el protagonista sueña que es un asesino y con eso le da a Handke para montar la historia. Claro que para eso hay que ser muy bueno, y ser tan bueno como Handke es muy complicao.
La aparición del problema en el Mundo Cotidiano del personaje es La Llamada a la Aventura. Sin conflicto no hay historia, así que otras teorías narrativas explican el mismo concepto con otro nombre: el Evento Incitador, el Catalizador, el Conflicto Inicial… Es esa primera zancadilla que le hacemos al personaje, que le desequilibrará y le llevará tropezando hasta tirarle en el gran conflicto que suele marcar el final del primer acto.
Llaman al narrador de Desayuno en Tiffany’s con noticias sobre Holly Golightly.
Un pistolero le propone a Clint Eastwood matar a dos tipos en Sin Perdón.
O aparece R2D2 con un mensaje holográfico de la princesa Leia.
En términos prácticos, las funciones dramáticas fundamentales son, como siempre, de sentido común: la aparición del problema lanza la historia. Esto también funciona en la vida real: me llama mi Señora Madre, una mujer persistente. Yo no tengo ninguna novedad, ella tampoco. Si no ha pasado nada tenemos poco que contar. El lector se aburre y consigues que cuelgue en menos de 3 minutos.… ¿Qué has comido? ¿Qué tiempo hace? ¿Tienes ropa limpia?.
Tenemos un personaje (no un personaje cualquiera, ya le hemos presentado en su Mundo Cotidiano) con un problema: invitamos al lector a interesarse por el personaje porque se identifica y comprende el problema. Además, generamos preguntas dramáticas, tensión narrativa; al igual que el personaje enfrentado al conflicto, el lector enfrentado al conflicto tampoco sabe, también está en la incompetencia: ¿Quién es Obi-Wan Kenobi? ¿Por qué le buscan? ¿Le encontrarán?… ¿Qué está pasando? ¿Qué va a pasar?
Campbell, como buen seguidor de Jung, hace una interpretación un tanto mística del asunto. Para él, el Mundo Cotidiano del héroe está en una situación estática, pero inestable de antemano: las semillas del cambio y el crecimiento están ya plantadas en el interior del héroe y sólo es necesario un poco de energía para germinarlas, dice. Esa energía es la Llamada a la Aventura que representa “el despertar del yo”.
Al “yo”, despertar no le hace ninguna gracia, es por eso que la figura que trae la llamada (el arquetipo jungiano del Heraldo) suele ser, en innumerables leyendas, mitos y cuentos infantiles (y en los sueños) una “criatura monstruosa” que despierta rechazo, miedo… y es por eso también que la próxima etapa se llama el Rechazo de la Llamada.
¿Para qué sirven los arquetipos? En la práctica, para nada. Es un intento de recopilar todas las posibilidades y etiquetarlas. Por ejemplo, la Llamada a la Aventura la “trae” el Heraldo, decía. Claro que a estas alturas de la narrativa, el Heraldo puede ser una criatura monstruosa o no. Puede aparecer para traer la llamada y desaparecer de la historia, o seguir con el héroe hasta el final. Puede ser un amigo, un enemigo o una figura neutral. Tampoco tiene que ser una persona: puede ser un extraterrestre, un androide, un animal… Ni siquiera tiene que ser un personaje, puede ser una coincidencia, una galleta de la suerte, una declaración de guerra, una pintada. Una manifestación del subconsciente, por ejemplo, vale tanto para alta literatura (el sueño de El momento de la sensación verdadera) o como para el cine comercial (Billy Crystal intentando reconstruir la Torre del Diablo con puré de patatas en Encuentros en la Tercera Fase).
La cuestión es que si sabes lo que estás haciendo, es más probable que encuentres una nueva forma de hacerlo.
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